La noche, tiempo de oscuridad. Por milenios, la humanidad vio la llegada de la noche como el momento en el que comenzaba el peligro. La oscuridad consumía toda la existencia y dejaba a los seres vivos inmersos en lo más recóndito de ella, pero no es la oscuridad misma lo que es peligroso, sino lo que en ella habita. Los hombres padecieron el ser los objetivos de las diferentes criaturas que se cubrían en el manto de la noche por muchos a?os.
El miedo fue el motivante de varios avances tecnológicos en diferentes épocas, como la domesticación del fuego o la creación de la bombilla eléctrica, e incluso con todos estos métodos, jamás se abandonó el miedo primigenio por la oscuridad y lo que ronda en ella. Eso nunca cambió. Los que cambiaron fueron los monstruos.
La oscuridad de la noche cubría a la ciudad de Lukrania. Unos ni?os, en un acto de desobediencia a sus padres, estaban jugando a la pelota en un parquecito cerca del límite con Trash City.
Entre pelotazos, la noche los alcanzó, y no parecía que quisieran detenerse a pesar de eso. Un tiro desviado acabó enviando la pelota hasta una de las esquinas del parque, a lo que uno de los chicos tuvo que ir por ella. La pelota había impactado contra unos tachos de basura llenos hasta el borde, atrás de estos se veía un gran bulto, parecía que alguien había desechado una gran bolsa de consorcio.
Al recoger la pelota, el chico tira la tapa de uno de los tachos, haciendo que caiga contra la bolsa tras estos. Aquel objeto comenzó a moverse, parecía que se hacía cada vez más grande, todo eso frente a la espantada mirada del joven. Luego de unos segundos, las metálicas piezas bucales se hicieron presentes, y de entre aquellos desperdicios se alzaba, con sus imponentes 2,15 metros de altura, la criatura Oger′s Mouth.
El chico dejó caer la pelota y salió corriendo, los demás lo imitaron al observar la situación desde lejos. Oger′s Mouth emitió un sonido de baja frecuencia mientras los observaba alejarse. Se lo veía bastante mal. Sus movimientos eran lentos, jamás destacó por su agilidad, pero estaba más lento que de costumbre. Desde la noche en la que Marco fue asesinado, ha estado refugiándose en los límites de Trash City, volviendo a Lukrania ocasionalmente para comer basura por las noches, ya que la de esta ciudad es mejor que la Trashcitiana.
Su siesta no fue planeada, cada vez tiene menos energía, esto debido a que la batería que abastece su regordete cuerpo se está agotando. Pronto no será más que un montón de carne y metal que alguien encontrara tirado en una calle o un baldío, y cuando llegue ese día será mejor que le pase en Lukrania, ya que en Trash City pagan bien por el kilo de metal.
Era una noche bastante fría, para él es una situación idónea, ya que la mayoría de las personas se encontraban en sus casas. Aun así, siempre había casos particulares, como los chicos de hace rato, o algunos de carácter más…peculiar.
El monstruo camina dificultosamente en dirección a Trash City. Sus agitadas respiraciones retumban dentro de sus metálicas fauces, de las pocas cosas que se escuchan en esa tranquila noche. Ya solo le faltaban 50 metros para cruzar, es entonces que escucha a alguien tras de sí, pero lo ignora. Tenía muy poca energía como para esforzarse en eliminar algún fisgón, y a su vez era lo suficientemente fuerte para no preocuparse de lo que ronde en la oscuridad, o eso pensaba él.
El sonido de alguien pasando rápidamente de un lado a otro termina por cansarlo, por lo que decide voltear a toda la velocidad que su estado físico le permite, solo para no ver nada. Pero tampoco podía ver mucho realmente, solo aquello que estaba convenientemente bajo los faroles de la calle. Lo que haya sido, no tuvo el valor de dar la cara frente a él, por lo que vuelve a lo suyo.
Al retomar su camino, algo rueda desde la oscuridad hasta debajo de su pie. Su gran peso aplasta lo que fuera eso, desperdigando de forma violenta un fluido blanco y viscoso que el objeto contenía. Su forma física no le permite revisar bajo su pie, por lo que solo lo arrastra sobre el pavimento para limpiarse. Un chorro del mismo fluido impacta su nuca. La criatura vuelve a voltear, pero nuevamente no ve nada. Otro chorro impacta su espalda y brazo. Empieza a girarse hacia distintas direcciones, mientras que más chorros de aquel fluido comienzan a cubrir su cuerpo. Comienza a enojarse por esto.
_ Da…la cara _ dice, agitado.
Pero lo que sea que lo estuviera ``atacando′′ se movía con rapidez, o tal vez era que Oger′s Mouth era demasiado lento, en cualquier caso, este ser se mantenía fuera de su vista. Otros sonidos además de los pasos comenzaron a venir de la oscuridad, como risas cortas, exhalaciones y aspiraciones. Todo esto confundida y enojaba más a la criatura de laboratorio.
Dar vueltas en el mismo sitio lo termina mareando, y luego de tropezar con sus propios pies, cae extenuado al piso. El sonido de su impacto fue bastante fuerte, pero nadie sale de su casa para ver qué pasó, así que está solo, o bueno, no del todo.
_ Oh si… _ siseaba una voz desde la oscuridad _ ?Si!_ cada vez parecía estar más excitado. Oger′s Mouth no pudo hacer nada para defenderse, solo pudo observar cómo aquella figura sombría hacía con él su extra?o propósito.
Pasamos a la ma?ana siguiente. Ricardo se levantó a las 9 A.M como siempre hacía. Las ma?anas parecían ser tan regulares como siempre lo fueron, pero aunque su actitud no lo demostrara, estaba pasando uno de sus mejores momentos. La familia estaba unida y en general se respiraba un ambiente de paz como hace mucho no tenían. El pueblo de Lukrania había recuperado la fé en el héroe del metal, y ahora tenía no solo nuevos aliados, sino nuevos amigos.
Recordaba de forma vaga al antiguo Metal Man, aquel que murió junto con el primer Chapín. El recuerdo de su hermano es algo que jamás lo abandonará, y por desgracia ese recuerdo está ligado a su furia. Ese sentimiento arraigado en su ser desde aquel día es lo único que impide que el antiguo Metal Man regrese. Es muy posible que nunca lo haga.
Mientras desayunaba junto a sus hermanos, recibe un mensaje por un dispositivo especial que el doctor Parriz había creado y entregado a cada uno de los miembros de los ángeles. Tras leer el mensaje, él y su hermana se colocan sus trajes y se teletransportan a la guarida secreta de los ángeles, donde se encuentran con una nota que les indica ir a un lugar cerca de Trash City.
Al llegar a dicha ubicación, se encuentran varios policías, periodistas y a sus compa?eros héroes, a excepción de Pie Afanado, Professor Mark y Emoon. Estos últimos rodeaban un gran bulto blanco, moteado y tendido sobre la calle. Los periodistas intentaban conseguir algunas palabras de los hermanos, pero mientras que Funshine negaba las entrevistas, Metal Man continuaba avanzando hacia sus compa?eros, provocando que la prensa tuviera que apartarse de su camino.
Dirts Storm estaba parado junto aquella cosa, se le notaba confundido por la curiosa situación. Crownwell estaba de cuclillas, analizando todo más de cerca. Al acercarse más, los hermanos pudieron ver que esa cosa era Oger′s Mouth. El monstruo apenas podía mover sus ojos. Respiraba de forma lenta, producto de la baja energía que tenía y del peso que le ejercía su cobertura. Estaba casi completamente cubierto de aquel fluido blanco viscoso que con el tiempo que había pasado se había vuelto más espeso y sólido. Sobre él, además de aquella sustancia, habían colocado galletas con chips de chocolate. Quien hubiera hecho esto parecía haber querido humillar al monstruo.
_ ?Qué pasar acá?_ pregunto Metal Man ni bien estar cerca.
_ Buen día para ti también… _ le respondió Crownwell, sin apartar la vista de Oger′s Mouth.
Antes de que el héroe del metal comenzara a enojarse, Dirts Storm contestó su pregunta.
_ Unos civiles lo encontraron cuando salían de sus casas a trabajar, se acercaron a ver que era y se tomaron unas fotos. Luego de que identificaron que era Oger′s Mouth, llamaron a la policía y ellos a nosotros _.
_ Que asco. ?Qué es lo que tiene encima?_ preguntó Funshine.
El Líder tomó un poco de la viscosa sustancia entre sus dedos desnudos, la olfateó un poco y procedió a probarla. La heroína se asqueó mucho más de lo ya estaba.
_ Plasticola _ concluyó Crownwell después de saborear y escupir la muestra recolectada.
_ ?Cómo sabes…?_.
_ Era un ni?o raro en la primaria _.
_ ?Para que hacernos venir?_ le preguntó Metal Man. Crownwell se enderezo antes de responder.
_ Fatigas vendrá a buscar esta cosa pronto, y vos la vas a tener que subir al camión _ le respondió con una sonrisa pícara _ Yo, por mi parte…_ agarra una de las galletas sobre Oger′s Mouth _ Voy a ver qué información le podemos sacar a esto _.
Metal Man gru?ó y se quedó esperando la llegada del científico junto a su hermana. Dirts Storm y Johan se retiraron del lugar.
_ ?Estás seguro de dejar que el gobierno recupere esa cosa?_ le preguntó Brian.
_ En ese estado no nos sirve, y no quiero patearles en contra, no por ahora al menos. Ahora me preocupa más saber quién hizo esto _ respondió el Líder.
_ Ayudó a atrapar a Oger′s Mouth, quizá sea un vigilante, alguien que a su manera intenta ayudar _.
_ No me agradan los vigilantes _ Armstrong frunció el ce?o ante el comentario _ Pero no creo que esto haya sido obra de uno. No sé, simplemente me da mala espina _.
Bastante más tarde. Ricardo se encontraba caminando al trabajo. Los días más cortos, producto de la época invernal que cada vez era más próxima, hacían que su trayecto a pie se realizará en las últimas horas de luz antes de la penumbra. Las calles a su lado estaban colmadas, cientos de trabajadores se dirigían a cumplir su segundo turno de 4 horas.
Al llegar al edificio, marca el inicio de su turno y se dirige directamente al depósito a buscar su uniforme y sus herramientas de limpieza. El pasillo que debe recorrer está más oscuro de lo normal, esto le trae algunos malos recuerdos. Camina por la penumbra. No hay ventanas cerca que proporcionen la iluminación natural que el día aún provee. Al llegar a estar en frente de la puerta del depósito, comienza a escuchar algo desde el interior, es una respiración.
Ricardo duda unos segundos de si abrir o no. ?Había alguien esperándolo del otro lado acaso? Tensa sus músculos y se prepara para lo peor, en esta economía no se podía dejar el laburo por este tipo de trivialidad, y él no era el tipo de persona que se sentiría intimidado por algo así..
Al abrir la puerta se encuentra con el sujeto del turno anterior. Este estaba durmiendo arriba de los trapos de piso. Ricardo lo despertó moviéndolo con el pie, a lo que el tipo solo se disculpó y se retiró rápidamente. Luego de ese raro incidente todo siguió con relativa normalidad.
Un poco más tarde, en el cuartel de los ángeles. El doctor Parriz estaba terminando de hacer las pruebas sobre la galleta que estaba sobre el cuerpo de Oger′s Mouth cuando Dirts Storm llega de uno de sus patrullajes.
_ ?Alguna novedad?_ preguntó el gordo tras entrar al cuarto del científico..
_ Si, de hecho…_.
_ ?Si! De hecho…_ interrumpió Johan, quitándole el control del cuerpo a Parriz _ No pudimos encontrar encontrar ADN en la muestra, pero pudimos identificar la marc…_ el Líder fue interrumpido por unos gritos que venían de otra habitación.
_ ?Lazazel, lazazel! ?Hu tmid tsad achad lefani'i!_ rezongaba Emoon.
_ Está así desde hace como 3 días. No debí dejarlo usar la computadora _ luego de ese imprevisto retoma la conversación _ Como te decía, pudimos identificar la marca de la plasticola usada _.
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_ Oh, genial. ?Analizaron algún componente o…?_.
_ No, Fatigas nos envió esto _ le ense?a un trozo de plástico con el nombre de la marca en él _ El adefesio lo tenía pegado en la planta de su pie _.
_ ``Stolón′′…_ leia Dirts Storm.
_ Pegamentos Stolón, ya te imaginaras quien los produce _.
La plasticola pertenecía a una línea de pegamentos y adhesivos fabricados por ``Químicos Solón′′. No sería la primera vez que dicha línea se ve envuelta en un incidente, pero jamás en uno de estas peculiares características.
_ ?Crees que Solón esté involucrado de alguna forma?_ preguntó Dirts Storm.
_ No, esto es demasiado estúpido para ser obra suya. Podrá ser un clasista psicópata e impulsivo, pero llenar gordos con plasticola y galletas no es su estilo. Hablando de eso…_ toma la galleta que estaba sobre la mesa _ Son caseras, no hay forma de rastrearlas _ la arroja al piso.
= No hagas mugre =.
_ Cállate _.
_ Entonces… supongo que seguirás la pista del pegamento _ le dice Brian.
_ A falta de algo mejor…_ Emoon vuelve a gritar desde la otra habitación _ ?Ay! ?Cálmate un poco, enfermo!_.
La marca de la plasticola utilizada en el hecho era cuanto menos interesante, no por lo que aportará en la resolución del caso en sí, sino por las implicaciones que esa misma marca había tenido en el pasado de unos de nuestros héroes.
Volviendo con Ricardo, este había estado haciendo sus labores con normalidad, con la única molestia de sentir las manos pegajosas desde la ma?ana. La noche ya había comenzado a asentar su oscuridad sobre la ciudad y apenas eran las 9 P.M. La temperatura había comenzado a bajar, previendo la noche fría que tendríamos, al igual que la anterior. Ricardo ciertamente sufre un poco más el tener que caminar a su casa con ese frío, pero no es algo que le moleste lo suficiente como para hacer algo al respecto.
Mientras trapeaba los pisos, escuchó algo extra?o venir desde dentro de una de las habitaciones de huéspedes que él sabía estaba vacía. Era algo raro y que a más de uno sacaría de onda, hasta tal vez generaría cierto temor, pero a Ricardo no, por lo que tomó sus llaves y abrió la habitación.
No había nada allí. Todo parecía estar correctamente en su lugar. La habitación se había desocupado ese mismo día y había sido limpiada por el tipo del turno anterior, y parece que le había costado bastante considerando su sue?o. Ricardo le dio un último vistazo al lugar antes de apagar las luces y cerrarla de nuevo.
No se había equivocado con lo del ruido, o no exactamente. Fuera de la ventana, sujeto a la pared como una criatura de la noche, había algo, algo que casi fue descubierto con la acción de Ricardo. Sus respiraciones profundas se intensificaban cada vez más. Finalmente, prosiguió moviéndose lentamente por la pared.
Ricardo no tenía idea de lo que pasaba fuera del edificio, por lo que simplemente continuó trapeando pisos. Estuvo así más o menos una hora, afuera incluso comenzó a caer un agua-nieve, y la idea de volver caminando a su casa era cada vez menos atrayente. Su pensamiento en el futuro cercano se ve interrumpido cuando un huésped se le acerca. No es algo normal que la gente quiera hablar con él, su presencia no es muy amigable, pero la acción tiene su justificativo. El gerente, su jefe, no andaba por ningún lado, lo cual era raro, siendo que suele rondar los pasillos o el hall en caso de que alguien necesite de su atención.
Con la labia que lo caracteriza, Ricardo le comunica al huésped que irá a buscar al gerente a su oficina, y así lo hace. Camina lentamente hasta el lugar, está algo extra?ado por lo inusual del comportamiento de su superior, pero es el tipo de personas que las cosas que no lo afecten directamente le chupan un huevo, así que tampoco es algo que le importe mucho en realidad.
Al llegar, golpea la puerta, pero no recibió respuesta alguna, por lo que decide directamente abrirla. Al tomar el picaporte lo nota un poco duro, no demasiado, pero sí lo suficiente como para que no abra al primer toque de sus fuertes manos. Ejerce un poco de fuerza y consigue abrir. La puerta se agarra al piso, que estaba cubierto de una sustancia pastosa, lo cual dificulta un poco la tarea de abrirla lo suficiente para que su gran cuerpo consiga pasar. Al conseguir hacerlo, observa a su jefe contra la pared que daba enfrente a la puerta, el hombre estaba completamente cubierto de plasticola, dejando apenas ver partes de su cara, lo cual le permitía respirar pero no ver. Sobre él, además, había galletas con chips de chocolate. Toda la oficina estaba llena de manchas blancas, pegotes en el piso y escurridas en las paredes.
La escena es surreal, casi aterradora, pero eso no era en lo que estaba puesta la vista de Ricardo. Parado frente al gerente y de espaldas al héroe, una persona con sombrero y una larga chaqueta, ambos marrones, impone su presencia en la habitación. Estaba quieto en medio de la misma, observando lo que había hecho. En una de sus manos sostenía un pote de plasticola, el cual apretaba y soltaba rítmicamente a la par de su fuerte respiración, con la que llenaba el lugar dejado por el silencio de los presentes.
Comenzó a voltearse lentamente, su cabeza parecía estar cubierta por un pasamonta?as de lana amarilla, con un solo agujero para uno de sus ojos. Ricardo y esta persona se observaron por un par de segundos que se sintieron más largos de lo que en realidad eran, en todo ese tiempo aquella figura no parpadeo.
Ricardo fue el primero en moverse, dejando caer su trapeador a un lado para desocupar sus manos, acción que fue respondida con un chorro de plasticola a la cara. El extra?o atacante aprovechó los segundos que esto le dio para abrir la ventana y salir a la intemperie de la fría noche. El héroe del metal se limpió la cara con furia y, luego de quitarle el pegamento a sus lentes, corrió para asomarse por la ventana.
El atacante desciende ágilmente hasta el suelo por los diferentes relieves estructurales o decorativos del muro exterior, luego de lo cual sale corriendo al callejón oscuro más cercano. Ricardo abre la ventana lo más que pueda y se tira por ella, su impacto contra el suelo genera un estruendo considerable, pero para su conveniencia, no hay testigos cerca. Corre entre los copos movidos por el viento e iluminados por las luces de la calle, lo cual limita bastante su visión. Se interna en el callejón donde pareció haberse metido el tipo de la plasticola, pero la falta de luz hace casi imposible identificar nada.
_ Mmh… _ lograba escapar desde sus labios casi sellados.
Parecía estar solo, pero no, algo vaga en la oscuridad. Veloces pisadas en el frío suelo le indicaban que su objetivo estaba cerca, aunque sería mejor poder verlo que sólo escucharlo. Los ruidos parecían venir de todos lados al mismo tiempo, hasta que de golpe cesaron. Ricardo camino en la oscuridad hasta toparse con un contenedor de basura, y sus ojos, que de a poco se estaban acostumbrando a la falta de luz, pudieron notar que sobre el mismo había un sombrero, el mismo sombrero del tipo de la plasticola.
Cuando el héroe extendió el brazo para tomarlo, una figura emergió rápidamente desde detrás del contenedor y le arrojó migajas de galleta a la cara. El atacante recogió su sombrero y comenzó a moverse con rapidez alrededor de Ricardo mientras le arrojaba chorros del pegamento blanco.
_ Metiche, eres un metiche. ?Sabes lo que le pasa a los metiches?_ decía el extra?o sujeto, entre respiraciones profundas.
_ Grgrgrgr… ?Ahhh!_ el héroe del metal golpeó el suelo con sus 2 manos, causando un temblor que hizo a su enemigo perder el equilibrio y caer al suelo.
_ ?Que…?_ el enmascarado no podía comprender cómo este aparente cualquiera que por casualidad fue testigo de sus acciones tenía un poder así de grande.
_ Grgrgr. ?Dónde… estar?_ Ricardo extendía sus brazos para tratar de atraparlo, pero aun no podía ver bien debido a las migajas en sus ojos.
El enmascarado comenzó a caer en cuenta contra quien se estaba enfrentando, y en ese mismo instante su actitud cambió, en sus intenciones ya no estaba convertir a Ricardo en una de sus pegajosas víctimas, sino huir. Intentó levantarse y correr para saltar al otro lado de una reja metálica que separaba el largo callejón en 2, pero Ricardo pudo oír el sonido de sus zapatos en el pavimento, por lo que se estiró un poco más y pudo sujetarlo desde su larga chaqueta.
El héroe del metal comienza a girar con el sujeto agarrado, hasta finalmente soltarlo con gran fuerza, para la suerte del maleante, en dirección a la reja. El cuerpo del enmascarado traspasa el alambre y da unas vueltas sobre el sucio suelo, es afortunado,aun después de todo eso, sigue consciente y sin ninguna lesión grave. Ricardo se toma el tiempo de quitarse sus gafas y limpiar sus ojos correctamente, cosa que el de la plasticola aprovecha para levantarse y huir a las rengueadas.
Ricardo termina de limpiar sus ojos cuando ya no oía los zapatos de su enemigo por la distancia, por lo que algo frustrado pero más calmado, se acerca a la reja que rompió hace instantes. En los alambres rotos parece haber trozos de la ropa del criminal, y aun mejor, su sangre, esto le será muy útil a Parriz y los otros.
Ya estaba a punto de irse a ayudar a su jefe cuando nota algo tirado en el piso junto a la reja, el pote de plasticola. Ricardo no le da mucha importancia, no es hasta que una fría brisa atraviesa el oscuro callejón y voltea el pote que se da cuenta de la marca utilizada.
Un recuerdo doloroso le viene a la mente, como si un alfiler que caía desde la estratosfera impactara su cerebro y desbloqueara algo, algo que ya era historia antigua, pero que él seguía teniendo muy presente hasta estos días.
Por estas fechas, hace ya 5 a?os. Metal Man se encontraba patrullando la ciudad, saltando por los tejados de los edificios, pero no iba solo, sujeto con fuerza a su espalda estaba Chapín, pero no el que una vez casi fue víctima de la orden del ojo escarlata, sino el original.
Los 2 hermanos se vieron alertados por el movimiento anormalmente grande de patrullas, por lo que decidieron ver de qué se trataba. Entre saltos, siguen a los policías hasta llegar a una fábrica en el sector industrial. Un gran despliegue se realiza para rodear las inmediaciones del lugar. El joven Chapín se baja de la espalda de su hermano y observa la edificación.
_ Ah, así que acá hacen la plasticola _ decía mientras veía el gran logo de ``Pegamentos Stolón′′ en una de las paredes.
Metal Man se acerca a hablar con los policías para saber qué era lo que estaba pasando. La escena era algo de no creer, algo que quien solo conoce al Metal Man del presente no podría concebir ni en sus sue?os más fantasiosos. ?El héroe podía conjugar las frases correctamente!.
Los oficiales le informan que fueron notificados de un robo en transcurso dentro de las instalaciones de la fábrica, alguien había neutralizado a los guardias de seguridad e ingresado por una ventana. El perpetrador sin duda no era un amateur, pero no fue tan habilidoso como para evitar los sistemas de seguridad de Solón, cuyos empleados notificaron a las autoridades inmediatamente. El ladrón seguía dentro de la fábrica, o al menos eso creían las autoridades.
Metal Man miro a los oficiales con una sonrisa cálida, cosa de no creer hoy día, y les dijo que él y su hermano se encargarían del maleante. El héroe del metal llamó a Chapín, el cual estaba distraído por el operativo policial, y ambos se dirigieron a la entrada principal del edificio. Entraron sin ningún tipo de cautela y encendieron las luces, un simple ladrón no los asustaba, luego de eso, decidieron separarse para buscarlo.
_ Muy bien, yo voy por la derecha y tú por la izquierda _ dijo Metal Man. El héroe tenía mucha confianza en su hermano, que a pesar de apenas tener 11, estaba formado en las artes del más puro metal conocido por el hombre, por lo que no era como el pendejo ordinario que ves jugando en la calle.
El peque?o Chapín aprovechaba su tama?o para escabullirse por zonas más complicadas y en las que el ladrón podría tratar de esconderse. En un momento, el joven héroe comenzó a escuchar un ruido, una voz, la cual claramente no venía del exterior. Sus oídos lo guiaron hasta una sección de la fábrica utilizada como depósito, lugar de donde parecía provenir aquella voz. A medida que se acercaba podía escuchar mejor, el ladrón parecía estar frustrado con algo, aparentemente con él mismo.
_ Estúpido, estúpido…_ sonaba entre los pallets cargados hasta arriba con paquetes _ ?Que hiciste…? ?Por qué…?_.
Por su parte, Metal Man caminaba despreocupado en el lado derecho de la fábrica. Su guitarra roja parecía brillar bajo las luces del establecimiento. Su mirada se veía atraída ocasionalmente por las complejas máquinas del lugar, algo curiosos, siendo que al Metal Man de ahora no le podría chupar más un huevo algo como eso, o al menos eso es lo que aparenta respecto a casi todo la mayoría del tiempo.
_ ?No! ?Andate!_ oyó decir desde el lado contrario al que estaba. Rápidamente emprendió rumbo a la fuente de aquellas palabras.
El mundo pareció moverse más lento cuando divisó una mancha naranja extenderse entre los huecos que había entre las máquinas. Sus lentes oscuros comenzaron a reflejar la luz intensa que cada vez era más cercana y que, en una fracción de segundo, abrazo su resistente cuerpo y lo golpeó con una fuerza que ni él pudo igualar, lanzándolo, como una hoja de papel que es arrastrada por un fuerte viento, hacia el lado contrario al que iba. Su cuerpo golpeó violentamente contra los fierros del equipo de la fábrica, pero además de un poco de dolor, no sufrió nada más.
Metal Man se levantó del metal abollado que lentamente comenzaba a ser consumido por las llamas provocadas por una explosión. Caminó un par de metros a paso lento, estaba aturdido por el ruido y el golpe, pero no tardó en volver en sí cuando una horrible deducción le vino a la cabeza. No le importaron las poderosas llamas alimentadas por los inflamables adhesivos, ni el da?o estructural que la edificación había sufrido y que podía volverla inestable, no le importaba su propio bienestar en ese momento.
Pero al final, aunque hizo todo lo que pudo, ya era muy tarde. Se dejó caer de rodillas en el suelo infernalmente caliente, y frente a él, un trozo chamuscado de la capa de Chapín, su hermano. Metal Man tomó con delicadeza el trozo de tela. Lo observo entre sus brazos tiritantes unos segundos. Parecía que todo a su alrededor se desvanecía, estaba solo él en un limbo oscuro y lejos de todo.
Su rostro comenzó a endurecerse, comenzó a dibujarsele una mueca de rabia como nunca antes había tenido. Los músculos de sus brazos imitaron a los de su rostro y también se tensaron, apretando con fuerza el trozo de la capa de Chapín. Los policías que se acercaban desesperadamente al lugar se detuvieron en seco y hasta consideraron retirarse cuando escucharon lo que parecía ser una bestia fuera de este mundo. Un grito gutural cargado de ira, pero también lamentos, emanaba de la boca de Metal Man.
Los policías no fueron los únicos en escuchar los alaridos de Metal Man aquella vez, había algo más, alguien más. Una figura sombría aprovechó la confusión causada por todo lo anterior para escabullirse fuera del sitio, dejando caer una pistola en el proceso.
Ese fue el día en el que el héroe del metal se transformó, el día en el que dejó de ser un héroe carismático para convertirse en la masa de músculos rellena de ira y remendada con cicatrices emocionales que tenemos en el presente, presente en el cual, quien fue responsable de este abrupto cambio, volvió.
En su momento las noticias se centraron en Metal Man y no tanto en quien intentó robar la fábrica en primer lugar. Las pocas cosas que se dijeron de él fueron variadas, algunos afirmaban que murió en la explosión, otros que escapó, pero sin duda ninguno pudo imaginar que en el futuro regresaría al ojo público con más fuerza. Nadie sabía quién había sido en su momento, ahora no era muy distinto, aunque ahora se le conocía con un nombre, uno dado por la prensa al menos. Los diarios de hoy, y muy probablemente los de ma?ana, hablaban en sus titulares de los ataques nocturnos del ``Cookie Milker′′.